viernes, 10 de julio de 2015

El Proyecto y sus componentes: Aspectos Generales

El término Proyecto se aplica a la intención de hacer o ejecutar algo. Un proyecto no es otra cosa que la intención organizada de transformar una situación actual insatisfactoria en una situación futura deseada. El proyecto es un puente entre un problema y una solución. 
En términos académicos se podría definir un proyecto como un sistema artificial y abstracto, constituido por bloques de información y decisiones, los cuales se articulan alrededor de una intencionalidad bien definida que delimita estos bloques en el espacio y en el tiempo. Los principales componentes de un proyecto son: la intencionalidad, la información y las decisiones.

La Intencionalidad
En un proyecto, la intencionalidad es una fuerza interior que nos impulsa, de manera más o menos consciente, en una dirección; en ocasiones las intencionalidades se convierten en decisiones que pretenden incidir de manera particular sobre el futuro. La intencionalidad, entendida como aquello que el proyectista quiere lograr, se considera el elemento nuclear que origina el proyecto. En relación con este aspecto, es conveniente hacer las siguientes precisiones:
         No existe proyecto sin intencionalidad. La intención o interés del proyectista es la esencia y el núcleo de todo proyecto.
         Las intencionalidades de las personas son por naturaleza múltiples, y cambian de un lugar a otro. No esperes que todos vean el proyecto como tú lo ves.
Las intencionalidades de las personas son dinámicas, pues las condiciones particulares de los sujetos cambian a lo largo de la vida y lo que hoy nos motiva, mañana puede sernos indiferente. Esta característica de las intencionalidades se impone también a los proyectos, cuya naturaleza es por lo mismo variada y cambiante. Un grupo de personas puede querer algo hoy y mañana no, o las necesidades de una comunidad pueden cambiar de un periodo a otro.
         Con el fin de facilitar el manejo práctico de este concepto, la gestión de proyectos considera que la intencionalidad de un sujeto refleja sus condiciones particulares (motivaciones y necesidades) frente a un aspecto concreto de la realidad, cuyo comportamiento le interesa y quiere controlar y al que se denomina "problema". En el contexto de los proyectos, las intencionalidades se centran en la solución de problemas.
         El término "problema" se usa frecuentemente con diferentes connotaciones. Para efectos del presente curso, un problema es cualquier evento que suscita el interés del sujeto por modificarlo (cuando sus efectos actuales son nocivos o no son los deseables), o por conservarlo (cuando la desaparición del evento conlleva a perder sus efectos favorables). En relación con los proyectos, se van a calificar como "problema" a aquellas situaciones que logran movilizarnos porque su estado actual o futuro choca con los intereses y se opone a ellos. No todos los problemas responden bien a la gestión de proyectos. Más adelante se verá cuándo una situación se percibe como un problema y cuándo puede enfrentarse mediante la gestión de proyectos.
         La diversidad de los seres humanos como sujetos de decisión, puede dar origen a conflictos de intereses que se reflejan también en la gestión de los proyectos. Los proyectos que involucran o afectan a diferentes personas están, por su mismo origen, expuestos a conflictos que amenazan su viabilidad y factibilidad.
         Lo que es problema para mí puede no serlo para otro, pues la valoración de las situaciones cotidianas como problemas depende de nuestras historias personales y de la visión que se tenga de ellas. El conflicto, como presencia de fuerzas contrarias, es una característica inherente a los proyectos, que nos exige generar mecanismos de participación y concertación alrededor de la intencionalidad propuesta, con el fin de obtener suficiente respaldo como para enfrentar los intereses con los factores en contra y lograr el resultado previsto.
         Por su importancia para el proyecto, la intencionalidad que le da origen debe precisarse y aclararse con esmero. En el área de la gestión de proyectos, existen diferentes términos, provenientes de diversos enfoques administrativos, con los cuales se pretende facilitar la definición de la intencionalidad. Como ejemplo se podría citar: la finalidad, la visión, la misión, el propósito, los objetivos y las metas; figuras administrativas que, desde diferentes puntos de vista, pretenden dar forma a las intenciones del sujeto.
         Entre las intencionalidades que convergen en el proyecto revisten especial importancia las expectativas, aspiraciones y necesidades de quienes se beneficiarán de él. Algunas corrientes modernas de administración consideran que el éxito de los proyectos depende en gran parte de su capacidad para acoger y expresar la intencionalidad de los clientes. Por esta razón, exigen que los diferentes involucrados en el proyecto, y muy especialmente sus beneficiarios, participen activamente en el proyecto desde la fase de formulación.
         Los expertos en el tema hacen dos recomendaciones en relación con la formulación de las intencionalidades: 
1.       Expresarlas de manera positiva como oportunidades a aprovechar o potencialidades a desarrollar, más que como carencias a suplir.
2.       Expresarlas de manera proactiva, es decir, de forma consciente, previsora y activa, en vez de asumirlas pasivamente como reacción a hechos cumplidos.

Un proyecto rara vez expresa una sola intencionalidad. Por el contrario, suele ser el punto de encuentro de los intereses múltiples y cambiantes de diferentes personas. En lo sucesivo utilizaremos el término involucrados para referirnos a todas las personas directa e indirectamente interesadas en el problema o en las posibles soluciones. Más adelante se revisará cómo hacer un buen análisis de los involucrados y de sus intereses.

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