viernes, 17 de julio de 2015

¿Qué se entiende por Problema?

En el lenguaje corriente se usa la expresión problema para referirse a una situación molesta y perturbadora, valorada desfavorablemente por las personas. El término "problema" designa una dificultad que no puede resolverse automáticamente, surgiendo de la insatisfacción de un sujeto en relación con la situación específica manifiesta en el objeto. Los problemas pueden expresar dificultades, tensiones, preguntas, obstáculos, oportunidades y necesidades.
Técnicamente, la expresión del problema tiene un sentido amplio que pasa del carácter desfavorable de la situación al interés particular del sujeto: Un problema se define siempre en función de un interés particular de una persona o un grupo. Desde este enfoque las situaciones que se enfrentan no son problemas en sí mismas; son problema cuando chocan con nuestros intereses. Si alguien está interesado en el dinero, conservarlo o adquirirlo puede ser un problema para él; para otra persona a quien no le interese el dinero, éste no será problema. En éste, como en otros casos, la importancia del problema se medirá en función del interés del sujeto: Mientras mayor sea mi interés por el dinero, más intenso será para mí el problema de adquirirlo o conservarlo.
Los intereses de las personas pueden derivar en intencionalidades o propósitos. Un propósito  es una representación mental cargada de afecto sobre algo que se quiere ser, tener o hacer en un futuro. El propósito es una intencionalidad con dos (2) componentes básicos: la imagen o representación del futuro esperado y la fuerza que impulsa al sujeto a conseguir ese futuro. Mientras imaginemos nuestras intencionalidades de manera borrosa, tendremos dificultad para valorar las situaciones como favorables o desfavorables. Por otra parte, una imagen clara de la situación deseada no basta para que el propósito se cumpla, si no se apoya en una fuerza interior que impulse a buscarla y alcanzarla. Los seres humanos conforman propósitos, partiendo de necesidades orgánicas, psíquicas y sociales, y de la forma como se interpreten y se asuman las experiencias a lo largo de la vida. Puede decirse entonces que los propósitos e intereses, tanto individuales como colectivos son construcciones históricamente determinadas y que el entorno social influye mucho en la manera como se enfrente al futuro.
Una situación es una circunstancia o un hecho que se presenta al analista en un momento particular. Las situaciones son construcciones que hace el analista con base en la información disponible. Por sí misma, las situaciones no son buenas ni malas. Las situaciones pueden ser valoradas desfavorablemente por un sujeto cuando amenazan sus intereses e intencionalidades. Decimos entonces que tal situación, considerada como contraria a los intereses, es un problema para ese sujeto. Por ejemplo, una prueba de embarazo positiva puede ser un hecho feliz para algunas mujeres, mientras otras pueden considerarlo como un serio problema. En el mismo sentido, si dos personas tienen intereses contrarios, la situación que es problema para una de ellas puede ser solución para la otra. Con frecuencia, la situación presente puede ser favorable y el problema para el proyectista radica precisamente en la amenaza de perder o de no aprovechar los beneficios actuales. Con base en estos argumentos podemos concluir que la valoración de problemas no es sólo un procedimiento técnico, dado que conlleva también una dimensión subjetiva cultural, ética y política.
Problema es, entonces, aquello que preocupa. Los problemas son el producto de nuestra valoración. La historia y la actitud de las personas también influyen en la valoración de los problemas. Algunas personas tienen la tendencia a valorar todo lo que les ocurre como amenazador y peligroso; otras perciben los cambios como oportunidades y procuran sacar de ellos el mejor partido. A los pesimistas se les debería recordar que la mayoría de las situaciones que se enfrentan a diario no son problemas por sí mismas, y aquellas que se valoran como tales son tanto más importantes (prioritarias) cuanto más fuerte sea el interés contra el cual chocan. En sociedades inequitativas, como las que enfrenta el mundo globalizado, los optimistas deberían reconocer también que sus ventajas y prerrogativas son precisamente el problema de los grupos socialmente excluidos.
No todas las personas tienen la misma capacidad para valorar una situación como problema. Hacerlo, implica que el sujeto tiene un grado de conocimiento que le permite relacionar la situación con ciertos eventos que él considera desfavorables.
Los problemas se caracterizan por tres (3) rasgos:
         Son usualmente complejos y difíciles de delimitar desde el punto de vista teórico.
         Suelen relacionarse con "soluciones" específicas; estas son preconcepciones de una situación diferente al problema, que es construida por el proyectista con base en su percepción del problema y que siempre conlleva juicios subjetivos de valor.
         El hecho que una situación se considere o no problema, depende principalmente de los intereses del sujeto que realiza el análisis, y en menor grado de la calidad de la información disponible.
Un buen análisis exige hacer una identificación específica de los factores relacionados con la aparición del problema, diferenciándolos de otros de menor relevancia, indicar las relaciones entre ellos y valorar su grado de influencia sobre el fenómeno en estudio.
La formulación de los problemas tiene un componente subjetivo esencial y muy importante. Por ello mismo, las soluciones planteadas difícilmente son neutrales desde la perspectiva ideológica. Si bien, esta característica se presenta también en las demás manifestaciones de producción de conocimiento, adquiere mayor relevancia en el abordaje de las situaciones humanas y sociales, y da origen a dos grandes consecuencias sobre los problemas analizados: la primera, es que no existen soluciones correctas "únicas" y la segunda, que la solución a muchos problemas necesariamente implica tener en cuenta otros puntos de vista, diferentes al del propio analista. Por lo tanto, siempre existirán mejores y peores soluciones a un problema, desde los diferentes criterios técnicos, ideológicos o éticos.
El tercer rasgo de los problemas sociales, toca con la importancia que juegan las fuentes de información como mediadores entre el dato y el conocimiento. La mayoría de las veces los datos empíricos de la realidad social se ofrecen a nuestro conocimiento ya codificados en diferentes formas: textos escritos u orales, fotografías, imágenes, objetos, mapas, tablas, gráficos, estadísticas, etc. Por esta razón, el analista deberá valorar cuidadosamente el valor del dato y mucho de su esfuerzo deberá dirigirse a extraer la información útil que pudiera reflejar el dato y a interpretarlo de manera apropiada. 

Aún entre analistas expertos, a menudo puede costar dificultad coincidir en la forma de definir y valorar las situaciones como problemas, pues los intereses y propósitos figuran entre las condiciones que más diferencian a una persona de otra y explican, en muchas ocasiones, la infinita variabilidad de los seres humanos.

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